Me adentré en el intercambio del vil metal por sexo desde joven, una costumbre de mi pueblo. A los 23 años, cerca de mi cumpleaños en junio, ya manejaba un conocimiento acerca de aproximadamente 50 meretrices. Experiencias muchas:
Buenas: Ser agradecido por mi parte, e invitado a continuar a un lado de la relación de intercambio dos veces.
Malas: Que me apuraran (muchas veces) cosa que me enseñó a desarrollar un olfato particular y una vez en Yaguarón 1414 elegí (más bien me eligió) una rubia argentina que al final quería cobrarme 3000 pesos extras porque según ella la posición en 4 la cobraba más. Cosa que al final vino la jefa y pagué lo justo y debido (lo que tenía en la billetera, tal cual había llevado Justito).
La mejor experiencia: Una pelirroja de 1.70 - 1.72 en el Luna nueva, imponente, bien blanca, maciza, culo a y tetona con tremenda cara (que me acuerdo y me dan ganas de ir a darle 4hs seguidas).